Tambien estoy pensando en la gente, que ha perdido algún hijo, o esta desesperada por algún motivo personal y ha caído en una depresión en la que su mayor deseo es desaparecer de este mundo, como es que no lo han conseguido con este deseo-pensamiento. Si los pensamientos pudiesen matar, no creo que hubiesen sido necesarios los suicidios por una externa fuerza fisica.
Precisamente,
Tania: no lo consiguen por lo mismo que es imposible que nadie, por mucho empeño que ponga, ni aunque una su esfuerzo mental con el de otras personas, sería capaz de impedir el paso a una montaña a quien se lo proponga.
Yo entiendo que ese párrafo de tu comentario es simbólico, es decir, que tú no lo escribes para decir que crees en esa posibilidad. Bueno, en realidad no lo tengo claro.
¿Lo pones como posibilidad, o sólo como metáfora? Quizá es cosa del dominio del idioma. Lo que he dicho en algún otro hilo, que el castellano tiene muchos recovecos.
Sea como sea, sigo insistiendo en que partes de una premisa errónea, o mejor, imprecisa.
Cuando yo leo o pregunto algo sobre trastornos llamados de somatización, entiendo que no se trata en ningún caso de una respuesta controlable, del tipo, soy desgraciado, y me quiero morir con el pensamiento. Ningún médico o psicólogo dirá que eso es posible.
Yo ni siquiera me quedo satisfecho con lo que realmente aceptan, que es, que, como eso es imposible físicamente, se producen alteraciones miméticas que no son atribuibles a la causa física que se acepta como posible.
Y aquí es donde entra el juego el criterio de descarte: es "somático" (uso la palabra por alusión, pero ya he dicho que me parece inaceptable) si no hay una causa médica, o física, o fisiológica, o llámese X, que la explique.
Y aquí es donde para mí, radica el error metodológico.
Aunque parezca que voy de listillo, soy ignorante de una amplia parte del conocimiento, como no puede ser de otro modo en el siglo en que vivo. Así que tengo que aplicar el método llamado
reduccionismo, pero bien aplicado, no sólo a lo que me puede servir para reforzar mi opinión.
Además soy convencidamente
mecanicista, incluso en lo que concierne a esta compleja y poco conocida disciplina científica que se llama Biología, en sentido amplio.
Traducido a lenguaje normal quiero decir que la idea de
la mente como algo intangible, es decir, su identificación con
el alma debería erradicarse de la medicina, y ello tan rápido como sea posible.
No hay interacción entre el alma y el cuerpo, porque el alma no es nada, no existe como sede física. No hay separación entre la mente y el cuerpo, porque la primera es una consecuencia de la existencia del último. Igual que el aumento de la temperatura que produce el fuego está ligado a la existencia de algo que arde.
Vemos la madera ardiendo y nos parece que el calor es algo mágico e inexplicable, pero no lo es en absoluto. Sólo que no vemos lo que tiene lugar en forma de reacciones químicas, sólo sus resultados, y éstos en la medida en que tenemos sentidos que los detectan.
Es mucho más complejo en el caso de nuestra consciencia. Hay toda una cascada de procesos intermedios a nivel fisiológico, que empieza en un estímulo o estímulos desagradables, y que termina, o no, en la manifestación de un signo o síntoma. Incluso puede no darse esa asociación consciente entre la calidad emocional del estímulo y su efecto posterior.
Involucra procesos fisiológicos aún no conocidos, y en la medida en que vayan conociéndose, el concepto "psicosomático" acabará como lo que es. Un estorbo que impide ir al fondo del proceso.
Y un parapeto muy útil para que cierto sector se oculte tras él, cuando ven atacadas sus posiciones.
Quizá estoy yendo un poco más allá de lo prudente, pero cuando compruebo el encarnizamiento con que atacan los que siguen anclados en esa teoría, creo que no voy tan desencaminado.
Pero lo que está claro (para mí) es que ni se puede plantear como estrictamente psicosomático, o más correctamente, de origen emocional, lo que tiene un componente identificablemente fisiológico (un patógeno que interactúa con nuestro Sistema Inmunitario) ni se puede excluír que un factor emocional (una pérdida o incluso, un rasgo de la personalidad) pueda ayudar a desencadenar un proceso con síntomas e incluso signos físicos.